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Los políticos están contratando "neuro-consultores" para estudiar los cerebros de los vota

Los consultores "neuro-políticos" de hoy afirman que pueden acertar los sentimientos de los votantes al observar sus respuestas espontáneas a los estímulos.

Estos consultores pretenden utilizar esta tecnología para descifrar la intención de los votantes a partir de señales que no saben que están produciendo, y venderlas a campañas políticas.

Los asesores de un candidato político pueden intentar utilizar esa información biológica para influir en las decisiones de votación.

María Pocovi me desliza su laptop con la webcam encendida. Mi cara me devuelve la mirada, superpuesta con una grilla de líneas blancas que mapean los contornos de mi expresión. Al lado hay una ventana sombreada que rastrea seis "emociones centrales": felicidad, sorpresa, disgusto, miedo, ira y tristeza. Cada vez que mi expresión cambia, una barra de medición al lado de cada emoción fluctúa, como si mis sentimientos fueran una señal de audio. Después de unos segundos, una palabra verde en negrita parpadea en la ventana: ANSIEDAD. Cuando vuelvo a ver a Pocovi, tengo la sensación de que sabe exactamente lo que estoy pensando con una sola mirada.

La tecnología que me está mostrando está a la vanguardia de una revolución política silenciosa. Las campañas en todo el mundo están empleando especialistas en marketing expertos en neurociencia para penetrar en los sentimientos no expresados por los votantes.

Profesionales del sector político dicen que las campañas se están sumando a esta perspectiva en un número cada vez mayor, incluso si son reacias a reconocerlo. "Es raro que una campaña admita el uso de técnicas de neuromarketing, aunque es muy probable que las usan las campañas bien financiadas", dice Roger Dooley, consultor y autor de ‘Brainfluence: 100 formas de persuadir y convencer a los consumidores con neuromarketing”.

Pero incluso si las campañas no admiten usar neuromarketing, "deberían estar interesados en él, porque la política es un deporte sangriento", dice Dan Hill, un experto estadounidense en codificación de expresiones faciales que asesoró al presidente mexicano Enrique Peña Nieto en su campaña electoral de 2012.

Fred Davis, un estratega republicano cuyos clientes han incluido a George W. Bush, John McCain y Elizabeth Dole, dice que aunque la adopción de estas tecnologías es algo limitada en los EE. UU., Las campañas usarían el neuromarketing si pensaran que les daría una ventaja. "No hay nada más importante para un político que ganar", dice.

Verdades no habladas.

Los escaneos cerebrales, oculares y faciales que desentrañan los verdaderos deseos de las personas pueden parecer a un estado de ficción. Pero, son derivaciones de una tradición política de larga data: sacudir a los votantes directamente en el sentimiento. Durante más de una década, las campañas han estado analizando bases de datos de preferencias de los consumidores, qué música escuchan las personas, qué revistas leen y, con la ayuda de algoritmos informáticos, usan esa información para dirigirse a ellos. Si un algoritmo muestra que las mujeres de edad mediana que manejan un vehículo ‘SUV” probablemente voten republicano y si se preocupen por la educación, es probable que reciban mensajes de campaña elaborados explícitamente para presionar esos botones.

Las tecnologías biométricas aumentan aún más las apuestas. Estos usuarios dicen que pueden aprovechar las verdades que los votantes a menudo no quieren o no pueden expresar. El psicólogo Daniel Kahneman, ganador del Premio Nobel de Economía, distingue 2 modos de pensamiento, el "Sistema 1" y el "Sistema 2". El sistema 1 "opera automática y rápidamente, con poco o ningún esfuerzo y sin sentido de control voluntario"; El sistema 2 implica deliberación consciente y toma más tiempo.

"Antes, todos estaban concentrados en el Sistema 2", explica Rafal Ohme, un psicólogo polaco que dice que su firma, Neurohm, ha asesorado campañas políticas en Europa y Estados Unidos. Durante la última década, Ohme ha dedicado la mayor parte de sus esfuerzos a sondear las tendencias del Sistema 1 de los consumidores y los votantes, que cree que es tan importante como escuchar lo que dicen. Ha sido genial para su negocio, dice, porque sus clientes están lo suficientemente impresionados con los resultados para seguir volviendo por más.

Muchos pioneros de neuro-consultoría construyeron su estrategia alrededor de los llamados "Neuro-focus groups". En estos estudios, que involucran entre una docena y un centenar de personas, los técnicos conectan a las personas con electrodos EEG y luego les muestran videos de un candidato o anuncio de la campaña. A medida que los sujetos miran, los sensores del cuero cabelludo captan impulsos eléctricos que revelan, segundo a segundo, qué áreas del cerebro se activan.

"Una de las cosas que podemos analizar es el proceso de atención", dice el neurofisiólogo de la Ciudad de México Jaime Romano Micha, cuya antigua firma, Neuropolitka, fue uno de los principales proveedores de servicios basados en el cerebro para campañas políticas.

Ohme dice que su prueba aplicado por medio del “smartphone, que él llama iCode, revela inclinaciones políticas encubiertas que nunca aparecerían en las encuestas tradicionales o ‘focus groups’.

Read the original article on MIT Technology Review. Copyright 2018. Follow MIT Technology Review on Twitter.

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